Expedición Cerro Christian Buracchio (3.018)
Cordón Riso Patrón – Campo de Hielo Sur
 

 

El primer intento

Los Campos de Hielo norte y sur son verdaderas fortalezas, en que cualquiera de los accesos existentes es complicado. Esto es más pronunciado en el Campo de Hielo Norte. Campo de Hielo Sur tiene sus accesos más fáciles accediendo desde la Patagonia Argentina, por el Lago O’Higgins, El Paso Marconi, El Paso del Viento, El Glaciar Upsala, etc. Nosotros escogimos por cercanía entrar por el Paso del Viento, el mismo que usó Alfredo Kolliker en 1919 cuando descubrió las enormes planicies de hielo. Así tras preparar la comida y el equipo partimos 4 de los integrantes de Cumbres Australes en camioneta rumbo a Río Gallegos una ciudad argentina a 4 horas de Pta. Arenas, desde allí seguimos hasta El Chaltén, en los pies mismo del Monte Fitz Roy y el Cerro Torre, emblemas del montañismo de dificultad y de la Patagonia.

Eramos María Paz Ibarra (Pachi), Matías Aurtenechea, Juan Antonio Villarroel (Toto) y Camilo Rada.
El día 4 de Febrero del 2002 dejamos la civilización y nos lanzamos a la aventura, tras las primeras decenas de kilómetros por valles, bosques de Lenga y ríos, el 7 de febrero estabamos ya con todas nuestras cosas acampando en el borde mismo del Campo de Hielo, a los pies de la puerta de salida del mundo.
Aquí el viento nos demostró su poderío, el primer desafío era cruzar un enorme campo de grietas de hielo lavado de más de 10 Km atravesando el glaciar Viedma para acceder al Nunatak Viedma (Nunatak es un termino esquimal para referirse a una isla de roca que aflora entre el hielo). Durante esta tarea tuvimos que luchar contra el viento, la lluvia y un inusual río que corría sobre el hielo, el miércoles 13 logramos instalarnos con todo en el Nunatak Viedma, luego nos pusimos los esquís y trineos y acompañados por un tiempo espectacular recorrimos en cuatro días la distancia que nos separaba del paso Rokko, el que separa el cordón Mariano Moreno del Riso Patrón, además da acceso a la sección occidental de campo de hielo, que encerrado entre el mar y el Cordón Mariano Moreno, goza de un clima aún peor que el propio de campo de hielo, casi siempre cubierto de nubes y azotado por el temible viento oeste.

Para nosotros este lugar marcó un hito crucial, pues tras meses de preparación y más de 70 Km de marcha, por primera vez pudimos ver nuestra montaña, el sentimiento fue sobrecogedor y con un matiz doble, pues disfrutábamos de una montaña hermosa, una verdadera fortaleza de granito coronada por hongos y cornisas glaciares magníficas, llena de enhiestas y caprichosas formas, que por otro lado desafiaban al máximo nuestra capacidad técnica como montañistas, pues se mostraba de enorme dificultad.

El 17 de Febrero, instalamos aquí un campamento protegido de los elementos, nos comunicamos por radio a Puerto Edén y soportamos un empeoramiento climático, sin embargo al día siguiente el tiempo nos permitió salir a explorar la montaña, y a cada paso que dábamos nos maravillábamos de sus paredes, glaciares y agujas que en conjunto creaban una escena de belleza inigualable pero que no aflojaba en dificultad por ninguno de sus flancos.
Ya conocíamos la faz norte y este de la montaña, y al observar la cara sur cubierta de glaciares y enormes paredes de hielo no pudimos soportar la tentación de hacer inmediatamente un intento aunque el tiempo fuese escaso y bajas las posibilidades de hacer cumbre.

Tres intentamos cumbre y Toto quedó en el campamento, una vez alcanzado el filo tras pasar varias grietas y algunos largos de escalada en hielo de hasta 80º nos comunicamos con Toto, la presión bajaba, las nubes también y tras conversar con un barco por radió confirmamos que las condiciones empeorarían así que echamos marcha atrás.
Alcanzamos la base de la pared en condiciones climáticas francamente malas, remontamos por la cuerda que habíamos dejado al portezuelo y marchamos en medio de la tormenta hacia nuestro campamento, la visibilidad era nula y sólo gracias al GPS pudimos tomar en plena noche rumbo hacia nuestro campamento, el que alcanzamos ya de madrugada.
Siguieron tres días de mal tiempo, ansiosos de otra oportunidad de intentar la cumbre teníamos que esperar echados en la carpa, según nuestros planes, el día quinto día en este campamento (el campamento 8) debíamos emprender camino de regreso, pero decidimos que si ese día estaba bueno haríamos un nuevo intento de cumbre, al que sólo irían Camilo y Pachi. La oportunidad se dio y partimos a las 7:30 h, seguimos la misma ruta, las condiciones de la nieve hicieron algo más difícil la aproximación pero a pesar de ello hicimos un buen tiempo. Una vez alcanzado el punto del intento anterior continuamos por el filo rumbo a la cumbre, pero este resulto ser un verdadero cuchillo de hielo, con pendientes de 50º por el sur y 80º por el norte que daban a un precipicio de más de 600 m, el avance por este filo fue muy lento, así avanzamos algunos cientos de metros pero la historia se repitió, las nubes se acercaban poco a poco y el viento comenzaba a soplar, el barómetro nuevamente bajaba, la tarde corría y la cima aún estaba lejos. Nuevamente y esta vez sin posibilidad de revancha tuvimos que meter nuestras ansias al bolsillo y buscar el camino de regreso al campamento.
Regresamos nuevamente en medio de una tormenta y a punta de GPS, esta vez el viento cargado de humedad formaba sobre nuestras ropas una coraza de hielo cristalino de uno o dos centímetros de grosor que dificultaba el movimiento. Vimos las carpas cuando estabamos 5 metros de ellas, despejamos la nieve que se les había acumulado y buscamos en ella refugio luego de una extenuante jornada.
La escasez de tiempo nos forzó a bajar con mal tiempo, la tormenta logro vencernos y tuvimos que armar nuevamente campamento en medio del paso Rokko, el viento arrastraba tanta nieve que nos fue imposible construir una cueva, de forma que hicimos un buen muro para la carpa y allí la armamos tan bien como pudimos. Soportamos tres días de fuerte tormenta, la carpa poco a poco se fue enterrando, teníamos que salir frecuentemente a palear la nieve que se acumulaba. Finalmente en medio de la tormenta partimos rumbo a la parte baja, pues sabíamos que estabamos en un portezuelo y por tanto el clima era peor que en el resto del hielo. Con esfuerzo reunimos nuestras cosas y escapamos de ahí, efectivamente abajo la tormenta era suave y si bien no pudimos recuperar la carpa ya estabamos en "tierra derecha", y utilizando la carpa restante alcanzamos en siete días el pueblo de El Chalten regresando por la misma ruta.

Volvimos enamorados de esta montaña que antes vivía sólo en la fantasía, aún deseosos de conquistarla y ya conociendo la zona comenzaba a rondar nuestras mentes la posibilidad de volver.

Valle de Río Tunel, al fondo el Paso del Viento

Vista de campo de hielo desde nuestro campamento en su margen oriental

Cruzando el campo de grietas del glaciar Viedma

Inesperado río en medio de Campo de Hielo, al fondo el Cerro Torre

Alejándonos del Nunatak Viedma hacia el paso Rokko, al fondo el cordón Mariano Moreno.

Campamento 6, protegido por muros de nieve.

Vista del Cerro Buracchio (3.018) desde el campamento 8 en el paso Rokko.

Matías en el último largo de escalada para salir al filo, desde el cual tuvimos que echar marcha atrás.

Camilo cubierto de hielo luego de salir a palear nieve de la carpa durante la tormenta en el campamento de emergencia en el paso Rokko.


 ¿Por qué esta montaña?
Breve reseña de cómo elegimos este lejano objetivo.

Segundo intento - Julio / Agosto 2002
Aventuras y desventuras de nuestro segundo mes de trabajo en torno a esta perdida cumbre.

Los Planes
Informe de salida con la ruta e itinerario a seguir en la expedición en curso.

Tercer intento – Febrero 2003
Orígenes de la expedición en curso y bitácora actualizada vía telefonía satelital.