Relato Cordillera de Sarmiento

     
   

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Cordillera Sarmiento de Gamboa

"A 60 km. al oeste de Puerto Natales y como frontera sur de Campos de Hielo Sur, se encuentra la Cordillera Sarmiento de Gamboa, un lugar prácticamente inexplorado y objetivo de nuestra expedición"

Larga Espera

Después de ocho meses de trabajo comenzaba la expedición -los integrantes son: Patricia Cuevas, Mauricio Ortiz, Rodrigo Flores, Manuel Bugueño y Juan Antonio Villarroel-. Era casi mediodía y el teniente de la Fuente al mando de la "Villarrica" pide autorización para comenzar la navegación hacia el fiordo de las montañas, así el 13 de Enero de 1999 se da inicio a nuestra primera expedición a Patagonia. Luego de casi cinco horas de navegación por el paso Kirke, canal Santa María y golfo Almirante Montt llegamos a la zona que habíamos estimado para desembarcar, frente al estero Resi que se forma en la vecina Cordillera de Riesco. La elección del lugar de desembarco no fue fácil, ya que la nubosidad no permitía ver más arriba de la cota 400 y por ende no se observaban las posibles rutas de ascenso. Esta elección se complicaba adicionalmente ya que las playas que observábamos desde la embarcación eran formadas por la baja marea, y desaparecerían algunas horas más tarde. Finalmente, luego de algunas dubitaciones se bajó el zodiac y luego de cuatro viajes llevando el equipo llegamos a la playa "de los Choros" -en honor a la enorme cantidad de choros existentes. Así a una altitud de 50 metros montamos el base dejando el deposito principal a metros del lugar de desembarque. La lluvia y el viento fueron nuestros compañeros durante los primeros días, durante toda la expedición, solo tuvimos 4 días sin lluvia, los que fueron dedicados principalmente a la exploración y porteo de equipo. Se monto un segundo campamento a unos 500 metros de altitud y se subieron provisiones para unos doce días, desde él realizamos las primeras incursiones para evaluar la posibilidad de atacar cumbres desde aquí o la necesidad de montar un campamento alto sobre el plateau.

Un clima incierto

Con el correr de los días observamos una inestabilidad climática nunca vista por nosotros, aveces la mañana era asoleada y de pronto se ponía a llover y no paraba en cinco días, también observamos como pequeñas vertientes que bajaban del glaciar, a unos 80 metros sobre nosotros, se convertían en verdaderas cascadas, que nos aislaban con facilidad. Con las sucesivas exploraciones que hicimos pudimos constatar que las distancias a las cumbres seleccionadas eran superables desde el segundo campamento siempre que hiciéramos ataques a cumbre con un día relativamente bueno y con muy poco peso (nuestro equipo técnico estaba en un deposito alto a unos 850 m.) con estas ultimas consideraciones quedó definida nuestra estrategia. Los días pasaban y el clima aún no nos daba la oportunidad para intentar algún ascenso.

El primer gran día

Pero esto cambió, el 21 de enero día que estaba espectacular -en realidad solo no llovía - partimos y luego de caminar cerca de dos horas vimos por primera vez la cordillera gracias a que las nubes habían tomado altura, aparecen agujas de hielo y roca, grandes macizos y pequeñas cumbres, caminamos primero sin ningún objetivo claro, ya que la visión todavía no era clara. Luego de unas horas de caminata sobre glaciar con algunos pasos de roca que no presentaban dificultad dirigimos nuestros esfuerzos a una cumbre cercana - al menos así nos parece a primera vista - y a las 1430 subimos el último peñasco de roca para lograr nuestra primera cumbre que denominamos "Punta Barlobento" debido a que la dirección del viento cambia de lado a lado. La vista desde ahí era impresionante, hacia el oeste se formaba una especie de anfiteatro gigante cubierto por grandes masas de hielo, muchas cumbres se observaban con aproximaciones difíciles por extensos campos de grietas, aparecían cumbres desconocidas para nosotros de gran belleza, pero quizás lo que más nos impresionaba además de la soledad del lugar era la posibilidad de ver el verde de los bosques y un sinfín de canales contrastados con los glaciares que estaban bajo nuestros pies. El regreso fue muy tranquilo y sirvió para plantearnos nuevos objetivos, ahora mucho más claros que antes ya que la cordillera nos mostró sus cumbres escondidas bajo las nubes.

Nuevos intentos

Al día siguiente nos levantamos con otro día de buen tiempo para un nuevo intento y partimos, ahora nuestra idea era ascender una cumbre vista el día anterior, pero el clima no lo permitió, primero se cubrió todo y luego la lluvia nos acompaño por varios días. El clima estuvo malo, prácticamente era un diluvio, nuestras carpas estuvieron bien protegidas aunque por alguna horas estuvimos aislados de todo, ya que a ambos costados de nuestro campamento se formaron cascadas que algo de susto nos hicieron pasar, aunque no fue nada más que eso. En realidad siempre estuvimos aislados, ya que las radios que llevábamos para comunicarnos no dieron resultado, y la única forma de salir a la civilización era por el mar por lo que no contábamos con ningún medio de salida. Los días siguieron iguales, el clima no amainaba, hasta que llegó el 26 de enero amaneció con llovizna y seguía igual de cubierto, pero parecía mejorar y cuando estabamos saliendo - como a las 10:00 h - parecía estar mucho mejor. Así fue, al menos por unas tres horas hasta que nuevamente llovió, pero los días de encierro hicieron que nuestro animo no cayera tan rápido. La primera parte del camino estaba jaloneado - marcado, con tubos de p.v.c. naranjo y un banderín en el extremo superior - además de ruteado con el GPS por lo que la poca visibilidad no era un gran problema. Pero cerca de la una llegamos al fin de nuestras marcas a los pies de un glaciar que solo habíamos divisado hace varios días de bastante lejos. Parecía que el día llegaba hasta aquí pero cuando ya comenzábamos el regreso vimos un trozo de cielo azul, esperamos un rato y observamos como todo el oeste estaba despejado y las nubes en cosa de minutos dejarían de estar encima de nuestras cabezas. Caminamos rápido encordados pensando que las cinco era una buena hora de retorno. El día era espléndido, caminábamos con polera en el glaciar y observábamos la otra ladera de la cordillera apareciendo muchas lagunas colgadas y un sin numero de canales que conectaban con el océano. El cruce del glaciar no duró más de cuarenta minutos y comenzamos a ganar altura por una ruta planeada con anterioridad con algunos pasos de escalada - nada expuesto - hasta que llegamos a un acarreo que nos dejo a unos 200 metros de la cumbre. Comenzamos a subir ganando altura rápidamente, encontrándonos con pasos de escalada cada vez más largos. Al ganar altura se transformó en una escalada fácil con agarres bastantes buenos y en general firmes, lo complicado era lo expuesto de esta última ascensión. Así llegamos a una precumbre como a las 630 pm. Aquí se decidió en un comienzo que sólo uno ascendiera a la cumbre, debido a lo avanzado del día, para esto se aseguró a Rodrigo y en un par de minutos se llegó a cumbre. Por lo rápido de su ascenso decidimos subir todos por una cuerda fija. Eran la 700 y estabamos los cinco en la cumbre, vigilados por un cóndor que siguió paso a paso nuestro ascenso. El descenso fue bastante más seguro con el armado de tres rapeles y una desescalada fácil en los últimos metros, el primer glaciar fue cruzado de noche como todo el resto de la ruta. Al campamento llegamos pasadas las 200 am, bastante contentos por el éxito de ese día que también constituía a la expedición ya como una empresa exitosa. La mañana siguiente fue sumamente calurosa, obligándonos a salir de las carpas apenas el sol toco nuestro campamento, sirvió para secar las cosas y para descansar aunque pasado al medio día nuevamente comenzó a llover.

En busca de más

El clima no nos favorecía para intentar otra cumbre, y mostraba la inestabilidad acostumbrada ya a estas alturas, así el 1 de febrero salimos en busca de una tercera cumbre -la más distante del campamento - un hermoso picacho de hielo. Llegamos como a 1.600 m - unos 200 m bajo la cumbre- nos topamos con una grieta de varios metros de ancho, pero peor aún con una visibilidad casi nula hacia arriba y las condiciones parecían empeorar. Esperamos 20 a 30 minutos para ver como evolucionaban las condiciones, pero no mejoraron, por lo que concluyo así el último intento de la expedición. Pasaron los días y el 6 de Febrero 30 minutos antes de lo presupuestado se escucho un ruido de motor muy tenue y unos minutos más tarde, la bocina de la Villarrica nos saludaba, así se dio termino a esta primera expedición a la Patagonia chilena.

Por Juan António Villaroel


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